“¡OH, Dios estás vivo! Me has sanado de todas mis enfermedades!”
El Dr. Jaerock Lee fue el menor de los hijos en su familia. Desde pequeño fue introspectivo, pero muy obediente por lo que sus padres lo amaron mucho. Su padre era un erudito y un estudioso de los autores clásicos chinos y le narraba muchas historias de grandes hombres y héroes. También lo llevaba a numerosas campañas políticas electorales de diferentes candidatos que fomentaron en él la esperanza y el sueño de llegar a ser un gran hombre. No obstante, antes de que cumpliera con su deseo, tuvo que pasar por una vida miserable y sin la seguridad de un mañana mas debido a sus intempestivas enfermedades.
Un día, poco después de su matrimonio y luego de haber conseguido trabajo en una compañía, ofreció una animada fiesta en la que bebió demasiado. Esa noche se sintió muy mal del estomago y, desde ese momento, comenzó el doloroso proceso de su interminable enfermedad. Hizo todo lo posible por curarse, pero más bien la situación parecía complicársele cada vez más y más, llegando a padecer más de 10 diferentes enfermedades.
Incluso, debían ayudarlo cada vez que iba al baño a hacer sus necesidades, ya que no podía mover su cuerpo a causa del reumatismo.
Su esposa y él pensaron que sería muy difícil que la ciencia médica moderna pudiera sanar sus enfermedades, por lo que empezaron a recurrir a los remedios caseros y tradicionales de Corea. Más tarde, llamaron a un chaman o brujo para exorcizar demonios. Pero todo esto resultó inútil y su condición fue empeorando día a día.
Un día, en el mes de abril de 1974, su hermana que vivía en las afueras de la ciudad en un área rural, lo visitó y le pidió que la llevara a la Iglesia Hyunshinae donde se realizaria una reunión cristiana. Él no pudo rechazar su petición y la acompañó caminado con dificultad apoyándose en un bastón.
Cuando llegó al templo vio que mucha gente oraba en voz alta. Se sintió algo incomodo en ese lugar y quiso regresar a su casa. Pero en el momento en que iba a decirle esto a su hermana, se dio cuenta que ella estaba orando fervientemente con sus ojos cerrados. Lo único que pudo hacer fue arrodillarse y cerrar sus ojos. En ese momento sintió un fuerte calor en todo su cuerpo y su espalda comenzó a transpirar.
Cuando regreso a casa después de la reunión, se dio cuenta que todas sus enfermedades en verdad habían sido sanadas. Antes no podía oír bien porque sus tímpanos se habían reventado, pero ahora podía oír bien. Antes no tenía apetito pero ahora su apetito era perfecto. Además de esto, la enfermedad que afectaba
su piel, los tumores o furúnculos en su cuello, habían desaparecido completamente.
Más tarde comprendió que su hermana le había pedido que la llevara a la Iglesia
Hyunshinae para que estuviera presente en la reunión de sanidad, ya que a pesar de sus persistentes e insistentes esfuerzos por evangelizarlo, él no aceptaba a Jesucristo.
Pero aun cuando ni oró a Dios ni le pidió a nadie que orara por él, tan pronto como se arrodilló en la reunión de avivamiento Dios lo sanó inmediatamente con el fuego del Espíritu Santo.
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